LA IMPORTANCIA DE COMER BIEN

Nuestros hábitos alimenticios determinan en gran medida el funcionamiento de nuestro organismo. Una buena alimentación adaptada a nuestras necesidades nutricionales promueve la salud y previene las enfermedades.
El organismo necesita alimentarse para vivir. Los nutrientes que obtiene de los alimentos le permiten funcionar correctamente y hacer frente a las actividades diarias. Pero el papel de alimentación va mucho más allá: los recientes avances en nutrición de las últimas décadas nos han permitido determinar la importancia de una correcta alimentación a la hora de promover la salud física y mental, prevenir las enfermedades y, en general, mejorar nuestra calidad de vida.

Pero ¿qué es una correcta alimentación?
Una alimentación adecuada es la que nos proporciona los requerimientos del organismo, en cuanto a energía y nutrientes, para cubrir sus necesidades y para que pueda funcionar correctamente. No existe una dieta universal adecuada, sino que debe adaptarse a cada persona atendiendo a sus características personales y su estilo de vida: una dieta equilibrada no será la misma para una niño que para un adulto o una embarazada, ni para una persona que practica habitualmente deporte o para una persona sedentaria.
Sin embargo, el descubrimiento de los nutrientes y su función en el organismo sí que nos permite determinar aquellos alimentos que promueven de manera efectiva la salud y previenen las enfermedades. Y son éstos los que deben formar parte de la dieta de una población sana.

¿Qué relación tiene la alimentación con la salud?

Hoy día, la alimentación es un tema que suscita polémicas y que se encuentra en boca de todos. Los espectaculares avances que han experimentado las ciencias de la alimentación y de la nutrición en las últimas décadas revelan la importancia que tiene llevar a cabo una alimentación adecuada como una de las mejores vías de promoción de la salud y del bienestar físico y emocional
El descubrimiento de los nutrientes y las funciones que desempeñan dentro de nuestro organismo nos ha permitido conocer perfectamente muchas de las propiedades de los alimentos que hasta hace relativamente pocos años se intuían o formaban parte de la sabiduría popular.
Los avances científicos nos introducen a fondo en el mundo de la alimentación y en la relación que los hábitos alimentarios mantienen con la salud. Cada estudio, cada investigación, nos reafirma en que la idea de que la dieta más adecuada es aquella que tiene en cuenta todas las condiciones que nos caracterizan como personas educadas en una cultura determinada, con hábitos alimenticios concretos, gustos, estado de salud, costumbres e ideales, actividad física y estilos de vida diferentes.
Por tanto, no existe una dieta ideal que sirva para todo el mundo, pero sí un criterio universal en cuanto al tipo de alimentos que deben consumirse dentro de la dieta cotidiana, lo que por un lado garantiza que se cubren las necesidades energéticas y nutritivas de la totalidad de las personas que componen una población sana, y por otro, colabora en la prevención de ciertas alteraciones y enfermedades relacionadas con desequilibrios alimentarios.  
Los alimentos que pertenecen al mismo grupo pueden ser intercambiables, siempre en las cantidades adecuadas, ya que comparten similares propiedades nutritivas. Esto nos permite variar mucho la dieta sin que se modifique significativamente la composición nutritiva de la alimentación cotidiana. No debemos olvidar que dentro de algunos grupos se registran diferencias en función del contenido graso y de azúcares (lácteos completos o desnatados, carnes grasas o magras, yogures sin azúcar o azucarados...), lo que se traduce en mayor o menor número de calorías.
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